jueves, junio 30, 2011

Colegio de Psicólogos: el principio de una transformación?

Por Ps. Rodrigo Molina Miranda

Cuando se habla del Colegio de Psicólogos en Chile, entre los psicólogos, no parece ser un referente de importancia para la mayoría de mis colegas. Mas bien la sensación que me deja, es que la percepción suele inclinarse hacia una mirada negativa y distante de todo lo que tenga relación con él.Hoy solo 4,231 psicólogos se encuentran inscritos en los registros del Colegio. Se presume que existen más de 20.000 psicólogos trabajando en la sociedad chilena. Si esta aproximación es correcta, podemos concluir que apenas el 21% de los psicólogos se colegian. ¿Porqué razón es tan mínimo el interés por asociarse? ¿qué factores subyacen a esta situación? ¿Es beneficioso colegiarse o lo es más mantenerse apartado?Son algunas de las preguntas que surgen al poner sobre la mesa datos duros que dan cuenta de un poder mínimo de convocatoria y cuestionada representatividad.Es evidente que existen razones de fondo, partiendo por un marco legal debilitador de cualquier organización gremial de nuestro país, herencia de la dictadura militar. En efecto, la voluntariedad para colegiarse es una premisa ideológica que instauró la derecha militarizada en el convencimiento de que se estimulaba la libertad individual a cambio de la debilitación de la organización civil. De esa época que los gremios profesionales perdieron fuerza, y los condenaron a una existencia casi ornamental, con capacidad de diálogo hacia el Estado, pero con permanentes problemas de representatividad.Una actitud constante…Hoy mis colegas se preguntan, a la hora de pensar en colegiarse, ¿que gano yo con estar colegiado? El foco está planteado hacia sí mismo. Hacia el cómo me sirvo yo antes de pensar en el beneficio colectivo que significa el asociarse. La pregunta surge de forma automática.En verdad, el Colegio de Psicólogos hoy más bien está percibido como una entidad de servicios, a la cual los psicólogos se unen con la finalidad de recibir algo concreto de vuelta, sin mayor esfuerzo de su parte más allá de pagar una exigua cuota anual. No es más que eso, y está percepción, a mi juicio, es la que explica en gran manera la situación actual del Colegio.La mayoría de los psicólogos no está dispuesto a participar en las instancias de gobierno de la institución. Solo se celebra una asamblea general en todo el año a la cual, por lo general tampoco asisten más de 5 o 6 personas. Ante ese grado de participación los Directorios acaban trabajando completamente solos y siguiendo lineamientos que más bien emergen de ellos mismos, más que recoger las opiniones de un gran colectivo que supuestamente representan.Los problemas de estructura orgánicaEl Colegio de Psicólogos nació en el año 1968, y fue modificado en 1981 conforme la intervención militar. En ambas fechas el contexto histórico del país y de la Psicología en particular era totalmente diferente, igualmente a lo diferente que es el contexto actual, con una explosión de escuelas de Psicología y cientos de psicólogos titulados año tras año producto de la masificación de la educación superior, cosa que afectó significativamente a la Psicología por tratarse ésta de una carrera profesional de alta demanda y bajo costo de implementación.Existiendo una explosión de psicólogos y consiguiente distribución en todo el territorio nacional, queda claro que el modelo de organización que está definido por estatuto no logra dar cuenta de la misión fundamental que el Colegio de Psicólogos se ha autoimpuesto, esto es:1. Promover y velar por el prestigio de la profesión2. Estimular el perfeccionamiento profesional3. Representar ante los poderes públicos a los psicólogos4. Dar a conocer a la opinión pública la función social y profesional de la Psicología5. Prestar servicios a sus asociados(Extracto del Art.3° de los Estatutos del Colegio de Psicólogos de Chile A.G.)El Colegio fue inicialmente concebido con un carácter nacional, pero con evidentes limitaciones para dar cuenta de la realidad regional, y poder representar correctamente los intereses de todos los psicólogos de Arica a Punta Arenas.En efecto, no existe una estructura que haga posible este anhelo, pues todo el esquema administrativo centraliza todos los procesos en un denominado Directorio Nacional, el cual no es sino un grupo de 9 colegiados casi siempre con residencia en Santiago lo cual les presenta evidentes limitaciones para estar al tanto de la realidad nacional y poder dar respuesta a necesidades locales muy puntuales.El organismo máximo es la Asamblea General, la cual, como ya he señalado, presenta importantes problemas de convocatoria, sumado a eso que se celebra solo una vez al año estamos presenciando una crisis importante de representatividad y legitimidad en el gobierno de la institución.Además, resulta extremadamente dificultoso que asistan a esta instancia colegas de regiones, por las distancias que hay que cubrir y la falta de presupuesto. Por lo tanto, en la práctica, las regiones tienen poco o nada que decir en las instancias formales de decisión del Colegio.Modelando una organización con presencia nacional efectiva y descentralizadaEs preciso que el Directorio extreme esfuerzos en generar convocatoria a participar de las instancias del Colegio, como parte de ello, el último tiempo se ha trabajado en la regularización y desarrollo de filiales regionales. Este trabajo es estratégico, por cuanto en el futuro no muy lejano pueden y DEBEN transformarse en entes homólogos al actual Directorio con sede en Santiago, agrupados todos en una gran institución con alcance nacional y genuinos mecanismos de participación y co-gobierno.Urge diseñar una estructura que perfile directivas regionales, transformando lo que hoy conocemos como Directiva Nacional en la Regional Metropolitana, y dando el paso para crear un verdadero Directorio Nacional, ente en el cual puedan participar de forma efectiva representantes de todas las regiones.Hoy por hoy existen filiales en funcionamiento, pero no existen instancias formales de diálogo y/o trabajo entre los directivos de Santiago con sus homólogos en regiones. Existe una gran voluntad de trabajar mancomunadamente, pero no hemos construido las instancias formales de encuentro concreto aún. Es preciso hablar de un Consejo de Presidentes o Asambleas de Delegados Regionales, por dar algunos ejemplos. En fin, son instancias que en el estatuto actual no existen, y por lo tanto, ante su ausencia, podemos inferir que estamos frente a una crisis positiva de crecimiento.En efecto, si nuestra estructura orgánica no evoluciona hacia un modelo más complejo que permita ofrecer canales efectivos de participación a nuestros colegas en todas las regiones, perfectamente podemos esperar una atomización de la organización gremial de psicólogos en Chile, pues el núcleo central, con sede en Santiago, no logra dar cuenta en detalle de la realidad local en cada región.Todo esto es posible mientras se revierta el poder de convocatoria actual. Sabemos que esta convocatoria es mínima, pero lo es aún más si continuamos centralizados en un solo núcleo con sede central. Por esta razón el desarrollo de las filiales es estratégico, puesto que sólo a través de ellas nuestros colegas se sentirán más convocados, respondiendo a una gestión regional, activa y consistente con los problemas que les afectan en su propio ámbito laboral. El cual sabemos, es diferente de una región a otra.
Cuando se habla del Colegio de Psicólogos en Chile, entre los psicólogos, no parece ser un referente de importancia para la mayoría de mis colegas. Mas bien la sensación que me deja, es que la percepción suele inclinarse hacia una mirada negativa y distante de todo lo que tenga relación con él.
Hoy solo 4.231 psicólogos se encuentran inscritos en los registros del Colegio. Se presume que existen más de 20.000 psicólogos trabajando en la sociedad chilena. Si esta aproximación es correcta, podemos concluir que apenas el 21% de los psicólogos se colegian. ¿Porqué razón es tan mínimo el interés por asociarse? ¿qué factores subyacen a esta situación? ¿Es beneficioso colegiarse o lo es más mantenerse apartado?
Son algunas de las preguntas que surgen al poner sobre la mesa datos duros que dan cuenta de un poder mínimo de convocatoria y cuestionada representatividad.
Es evidente que existen razones de fondo, partiendo por un marco legal debilitador de cualquier organización gremial de nuestro país, herencia de la dictadura militar. En efecto, la voluntariedad para colegiarse es una premisa ideológica que instauró la derecha militarizada en el convencimiento de que se estimulaba la libertad individual a cambio de la debilitación de la organización civil. De esa época que los gremios profesionales perdieron fuerza, y los condenaron a una existencia casi ornamental, con capacidad de diálogo hacia el Estado, pero con permanentes problemas de representatividad.
Una actitud constante…
Hoy mis colegas se preguntan, a la hora de pensar en colegiarse, ¿qué gano yo con estar colegiado? El foco está planteado hacia sí mismo. Hacia el cómo me sirvo yo antes de pensar en el beneficio colectivo que significa el asociarse. La pregunta surge de forma automática.
En verdad, el Colegio de Psicólogos hoy más bien está percibido como una entidad de servicios, a la cual los psicólogos se unen con la finalidad de recibir algo concreto de vuelta, sin mayor esfuerzo de su parte más allá de pagar una exigua cuota anual. No es más que eso, y esta percepción, a mi juicio, es la que explica en gran manera la situación actual del Colegio.
La mayoría de los psicólogos no está dispuesto a participar en las instancias de gobierno de la institución. Solo se celebra una asamblea general en todo el año a la cual, por lo general tampoco asisten más de 5 o 6 personas. Ante ese grado de participación los Directorios acaban trabajando completamente solos y siguiendo lineamientos que más bien emergen de ellos mismos, más que recoger las opiniones de un gran colectivo que supuestamente representan.
Los problemas de estructura orgánica
El Colegio de Psicólogos nació en el año 1968, y fue modificado en 1981 conforme la intervención militar. En ambas fechas el contexto histórico del país y de la Psicología en particular era totalmente diferente, igualmente a lo diferente que es el contexto actual, con una explosión de escuelas de Psicología y cientos de psicólogos titulados año tras año producto de la masificación de la educación superior, cosa que afectó significativamente a la Psicología por tratarse ésta de una carrera profesional de alta demanda y bajo costo de implementación.
Existiendo una explosión de psicólogos y consiguiente distribución en todo el territorio nacional, queda claro que el modelo de organización que está definido por estatuto no logra dar cuenta de la misión fundamental que el Colegio de Psicólogos se ha autoimpuesto, esto es:
1. Promover y velar por el prestigio de la profesión
2. Estimular el perfeccionamiento profesional
3. Representar ante los poderes públicos a los psicólogos
4. Dar a conocer a la opinión pública la función social y profesional de la Psicología
5. Prestar servicios a sus asociados
(Extracto del Art.3° de los Estatutos del Colegio de Psicólogos de Chile A.G.)
El Colegio fue inicialmente concebido con un carácter nacional, pero con evidentes limitaciones para dar cuenta de la realidad regional, y poder representar correctamente los intereses de todos los psicólogos de Arica a Punta Arenas.
En efecto, no existe una estructura que haga posible este anhelo, pues todo el esquema administrativo centraliza todos los procesos en un denominado Directorio Nacional, el cual no es sino un grupo de 9 colegiados casi siempre con residencia en Santiago lo cual les presenta evidentes limitaciones para estar al tanto de la realidad nacional y poder dar respuesta a necesidades locales muy puntuales.
El organismo máximo es la Asamblea General, la cual, como ya he señalado, presenta importantes problemas de convocatoria, sumado a eso que se celebra solo una vez al año estamos presenciando una crisis importante de representatividad y legitimidad en el gobierno de la institución.
Además, resulta extremadamente dificultoso que asistan a esta instancia colegas de regiones, por las distancias que hay que cubrir y la falta de presupuesto. Por lo tanto, en la práctica, las regiones tienen poco o nada que decir en las instancias formales de decisión del Colegio.
Modelando una organización con presencia nacional efectiva y descentralizada
Es preciso que el Directorio extreme esfuerzos en generar convocatoria a participar de las instancias del Colegio, como parte de ello, el último tiempo se ha trabajado en la regularización y desarrollo de filiales regionales. Este trabajo es estratégico, por cuanto en el futuro no muy lejano pueden y DEBEN transformarse en entes homólogos al actual Directorio con sede en Santiago, agrupados todos en una gran institución con alcance nacional y genuinos mecanismos de participación y co-gobierno.
Urge diseñar una estructura que perfile directivas regionales, transformando lo que hoy conocemos como Directiva Nacional en la Regional Metropolitana, y dando el paso para crear un verdadero Directorio Nacional, ente en el cual puedan participar de forma efectiva representantes de todas las regiones.
Hoy por hoy existen filiales en funcionamiento, pero no existen instancias formales de diálogo y/o trabajo entre los directivos de Santiago con sus homólogos en regiones. Existe una gran voluntad de trabajar mancomunadamente, pero no hemos construido las instancias formales de encuentro concreto aún. Es preciso hablar de un Consejo de Presidentes o Asambleas de Delegados Regionales, por dar algunos ejemplos. En fin, son instancias que en el estatuto actual no existen, y por lo tanto, ante su ausencia, podemos inferir que estamos frente a una crisis positiva de crecimiento.
En efecto, si nuestra estructura orgánica no evoluciona hacia un modelo más complejo que permita ofrecer canales efectivos de participación a nuestros colegas en todas las regiones, perfectamente podemos esperar una atomización de la organización gremial de psicólogos en Chile, pues el núcleo central, con sede en Santiago, no logra dar cuenta en detalle de la realidad local en cada región.
Todo esto es posible mientras se revierta el poder de convocatoria actual. Sabemos que esta convocatoria es mínima, pero lo es aún más si continuamos centralizados en un solo núcleo con sede central. Por esta razón el desarrollo de las filiales es estratégico, puesto que sólo a través de ellas nuestros colegas se sentirán más convocados, respondiendo a una gestión regional, activa y consistente con los problemas que les afectan en su propio ámbito laboral. El cual sabemos, es diferente de una región a otra.

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